Para empezar, no tiene sentido recordarle el orinal cada hora, porque el pequeño no debe vivir el orinal como una imposición. Lo mejor es proponer una cita diaria con el baño. Después del desayuno puede ser un buen momento, ya que los intestinos se ponen en marcha tras la primera comida. Pídele que se siente en el orinal durante unos minutos y durante el día recuérdale que te avise si quiere ir al cuarto de baño. El control del intestino se suele adquirir antes que el de la vejiga. Tanto es así que, en la mayoría de los casos, el niño seguirá mojando la cama durante mucho tiempo de noche, incluso hasta los 4-8 años.
Premiarle y no regañarle
Aunque se produzcan momentos de estancamiento o regresión, no hay que regañarle. Sin embargo, tampoco hay que mostrar indiferencia. Lo mejor es animarle y hacerle comprender que abandonar el pañal es inevitable. Cuanto más tranquilo y tolerante sea el clima familiar, mejor.
Es importante valorar su esfuerzo y premiarle con pequeñas recompensas, como una excursión especial o su plato favorito. En cualquier caso, el mensaje que el niño debe recibir es:"Puedes conseguirlo". Librarse del pañal es algo natural, que ocurre de forma espontánea en todos los casos. Y los papás deben esperar con paciencia y confianza el tiempo que el niño necesite.
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